Alberto Julián
Pérez ©
El libro Crónica de mis años peores, 1987, de Tino Villanueva (San Marcos,
Texas, 1941), fue su primera obra escrita totalmente en español. Sus libros
anteriores, Hay otra voz Poems, 1972
y Shaking off the Dark, 1984, tienen
poemas en inglés y en español, y en una combinación de las dos lenguas. A Crónica de mis años peores le siguió un
libro de poesías en inglés, Scene from
the Movie GIANT, 1993, ganador del American Book Award de 1994, y un libro
en español, Primera causa/ First Cause,
1999.
Al publicar Crónica de mis años peores, en 1987, Tino Villanueva había cumplido
cuarenta y seis años de edad. Notamos en este poemario su ardua lucha con la
palabra. Villanueva es un escritor parco. Su obra es breve y substantiva. Cada
poema significó para él atravesar por un doloroso proceso de indagación y
autocuestionamiento. El idioma español no es la primera lengua de su país,
Estados Unidos (García, “Entrevista...”
4). Tino desciende de una familia méxico-americana. Sus padres se
ganaban la vida como obreros migratorios, siguiendo la cosecha del algodón. El
español que aprendió fue la lengua oral de su familia campesina. En las
escuelas públicas le enseñaron a leer y escribir en inglés. No sólo él se
cuestionó su lengua y la Lengua, sino que su sociedad le cuestionó, como joven
chicano, su lengua y su identidad nacional.
Villanueva no tuvo fácil acceso a la
educación. Durante su infancia y adolescencia acompañaba a sus padres a la recolección
del algodón por el estado de Texas y asistía a la escuela en las comunidades
donde vivían temporalmente. Al terminar la escuela secundaria, en 1960, se
empleó como obrero en una fábrica de muebles en San Marcos. De 1964 a 1966
sirvió en el ejército norteamericano, en la Zona del Canal de Panamá. Fue su
primera residencia prolongada en un país hispanohablante. A su regreso, a los
veinticuatro años, inició su educación universitaria, en la Southwest Texas
State University, en su pueblo natal, y se especializó en los estudios de
inglés y español. Esa fue su primera instrucción formal en su lengua materna.
Luego de terminar sus estudios subgraduados, Villanueva continuó sus estudios
graduados en España, en un programa de la State University of New York-Buffalo,
y recibió su Maestría en 1971. En 1981 se doctoró en literatura española en
Boston University, con una tesis sobre poesía española contemporánea.
El español del poeta Tino Villanueva
es diferente del que hablan los que nacen, viven y se educan en un país
hispanohablante. Maneja en profundidad dos niveles de lengua: la lengua
familiar oral aprendida en su infancia, y la lengua literaria adquirida durante
sus años adultos de educación formal universitaria. A esto habría que agregar
su práctica del idioma durante sus años de residencia en Panamá y en España.
Villanueva no domina el español de la sociedad civil abierta, el que se forja y
evoluciona en la vida de una determinada nación hispanohablante. Es
norteamericano, el primer idioma de su país es el inglés, y aunque tenga
actitudes de rechazo hacia su patria, vive y ha vivido en ella durante casi
toda su vida. Dentro de Estados Unidos, hizo un importante cambio de
residencia. Luego de terminados sus estudios en Southwest Texas State
University en San Marcos, se fue a vivir a una de las grandes áreas culturales
y literarias norteamericanas: la costa noreste. Residió primero en el estado de
New York, en Buffalo, y luego en el área de Boston, donde aún vive. Hizo de New
England su morada permanente.
Si leemos el poemario Crónica de mis
años peores podemos entender el por qué de su alejamiento de Texas. Sus
memorias de infancia no son felices. Las experiencias frustrantes y dolorosas,
la pobreza y la discriminación transformaron al niño en un ser humillado,
defensivo y resentido, iracundo. Villanueva tratará de entender, ya de adulto,
su niñez y darle un sentido moral a esas experiencias. Tino nació a la vida
literaria “chicana” en Buffalo, New York, cuando cursaba sus estudios de
Maestría en Literaturas Hispánicas en 1969. Allí escribió sus primeros poemas
que responden a una “realidad chicana”, logró tomar distancia con su pasado
(había escrito y publicado poesía durante sus tres años como estudiante
universitario en San Marcos, pero no de tema chicano), y recobró para la
literatura lo que su patria le había negado en la frontera tejana.
El español de Villanueva refleja la
experiencia de su vida comunitaria. Escribir en español implica para él una
forma de disenso, expresa un deseo suyo por afirmar algo sobre la vida de su
pueblo méxico-americano. Su adhesión nacional está en crisis, el poeta se
refugia en su comunidad de origen. Este proceso interior, espiritual, va más
allá de lo personal. Su búsqueda literaria forma parte del proceso de evolución
de la literatura chicana. El es consciente de esto: ha estudiado esta literatura
y formó parte del Renacimiento Chicano de las décadas del sesenta y el setenta.
Reconoce particularmente la influencia que la poesía de Alurista tuvo en su
propia poesía (Villanueva, “Ruptura y alianzas...” 182-198). Este le mostró
cómo el inglés podía combinarse con el español: siendo lenguas de sintaxis muy
distintas, convivían en el poema gracias a lo que Villanueva ha llamado el
“bisensibilismo” del chicano (“Prólogo”, Chicanos...
54). Considera que el individuo méxico-americano posee una sensibilidad dual, y
la mayor parte de las veces es tanto hispanoparlante como angloparlante,
hispanoactuante como angloactuante. Esta experiencia personal naturaliza el uso
literario de ambas lenguas, puesto que las dos culturas, las dos lenguas, las
dos “esencias” conviven en un ser, en un espacio, en un texto.
Tino tomó conciencia de su identidad
como chicano y del valor de su poesía. Estudió su problemática cultural. Su
antología Chicanos: Antología histórica y
literaria, editada por el Fondo de Cultura de México en 1980, y precedida
por una extensa introducción suya, ha recibido varias reimpresiones. Investigó
la poesía española en su carrera de doctorado y publicó el libro Tres poetas de posguerra: Celaya, González y
Caballero Bonald (Estudio y entrevistas), 1988. Fue editor de la revista Imagine: International Chicano Poetry
Journal. También son profundos sus conocimientos de la poesía en lengua
inglesa, y Dylan Thomas y Anne Sexton figuran entre sus poetas más apreciados.
Podemos pensar entonces que Villanueva es un poeta completo. Es moroso para
escribir, publica poco. Lo publicado es resultado de un proceso de creación
poética lento y meditado. Es perfeccionista y tiene fama de poeta excelente
(Hoggard, “The Expansive Self...”, 23).
Posee un concepto amplio de lo que
es ser Chicano. No implica encerrarse en su comunidad y en su lengua. Es más
bien trascender el encierro comunitario, abrirse a la experiencia total del
lenguaje. El lenguaje, para él, es libertad. Reside en Boston, y no en Texas o
California. Tomó distancia con la experiencia de su juventud. Ha logrado
establecerse como gran poeta norteamericano con Scene from the Movie GIANT, su libro en inglés premiado con el
American Book Award en 1994. La problemática moral y social del Chicano, sin
embargo, recorre toda su obra, incluido el poemario Scene from the Movie GIANT. Muestra allí el lento proceso de
apertura de Texas a las minorías raciales y el doloroso ambiente de prejuicio
en que vivían los norteamericanos de ascendencia mexicana en la década del
cincuenta.
Tino es, además de poeta, pintor. A
diferencia de su poesía, en que medita sobre la situación de los chicanos, su
pintura no permite visualizar una historia: es abstracta. Su poesía y pintura
no coinciden en la temática, pero se encuentran en su formalismo. Es un poeta
con una agudísima conciencia formal, tanto cuando escribe en español como
cuando escribe en inglés. Su bilingüismo lo ha llevado a una valoración crítica
del uso del lenguaje. Cuando escribe en inglés, es un poeta contenido y
conceptual, rehuye el color local, y posee excelente control de su instrumento
expresivo. Cuando escribe en español, evita emplear esas imágenes costumbristas
que son una fuerte tentación para el poeta chicano. Vuelca en su poesía su angustia
existencial, haciéndonos recordar que se formó en las décadas del cincuenta y
el sesenta, en que la visión existencialista y pesimista de la vida se había
popularizado en las distintas artes (Martín-Rodríguez 58). Sus héroes, sus
personas poéticas, son siempre sujetos en profunda crisis, tratando de entender
el mundo y de comprender su propio pasado. El espacio de la memoria, que el
excelente ensayista y poeta Tomás Rivera indicara como uno de los más fértiles
y promisorios para la poesía chicana, es el lugar favorito del sentir de Tino
Villanueva en sus últimos tres libros (Rivera 359-64). Siente que su ser es y
vale gracias a la memoria, y gracias a la palabra. La subjetividad del poeta
chicano se expresa en su crisis.
Crónica de mis años peores testimonia la
experiencia del inmigrante méxico-americano pobre y Scene form the movie GIANT la situación de discriminación que
sufriera su familia en Estados Unidos (aunque no se reducen a esos temas: también
encontramos desarrollados en esos libros los motivos de la infancia y la vida
amorosa, y en Primera causa/ First Cause
la relación del poeta con la escritura). Estados Unidos, a pesar de su política
interna democrático liberal (liberalismo que no necesariamente practica con
otras naciones, llevada por su ambición mercantil imperialista), no supo
impedir la marginación, la opresión y la subestimación de sectores de su
población (marginación y opresión de los chicanos y los negros, subestimación
de las mujeres), pero aceptó, con lúcido oportunismo, muchas de las reformas
sociales que estos grupos demandaron a partir de la década rebelde y militante
del sesenta. El movimiento feminista, el movimiento negro y el movimiento
chicano han luchado por la progresiva liberación de las minorías oprimidas, y
son parte esencial de la historia social norteamericana. Si bien el progreso político
de estos sectores ha sido relativamente modesto, generaron estrategias
culturales para elevar la conciencia de sus grupos y ayudar en este proceso de
liberación. Los chicanos sintieron que sus problemas y sus sufrimientos,
largamente reprimidos e ignorados, debían ser escuchados. Y su arte refleja
este clamor y esta lucha que tiene lugar en el mundo norteamericano.
Villanueva, indiqué, publicó Crónica de mis años peores en 1987 en
español. En 1994, la obra fue traducida al inglés por James Hoggard, y Tino
reorganizó la distribución de los poemas en el texto para esa edición,
suprimiendo varios (Hoggard, “Translator’s Introduction”, 79-84). Al escribir
el texto en español, tuvo en mente, como lectores, a sus hermanos chicanos, y a
lectores de los países de lengua hispana. El español es una lengua utilizada
diariamente por millones de personas en Estados Unidos, lo cual le da un gran
poder de hecho. Poemas como “Empezando a saber”, “Casi bíblica ciudad: Chicago”
y “El mandado” presentan la confesión y la queja de un niño (luego un
adolescente) chicano, que no puede vivir en su sociedad disfrutando las
libertades y los privilegios de un joven norteamericano de origen anglosajón. Su
poesía denota cuidada elaboración verbal. Villanueva cultiva una expresión
medida. Se acerca a la economía verbal de los conceptistas españoles del
Barroco, como Quevedo. En su palabra poética percibo una conciencia verbal
semejante a la que habían mostrado los simbolistas de fines del siglo
diecinueve: la lección de la palabra justa, el rigor formal de Rubén Darío.
Villanueva es un poeta de una
comunidad hispanohablante que reclama un lugar de pertenencia dentro de la
nación norteamericana. El valor de la cultura chicana y su literatura se está
definiendo en estos momentos, y dependerá tanto de la política cultural, como
del logro individual de los artistas. Su poesía en español representa la
sensibilidad de un sector social minoritario que está luchando por llegar a la
madurez de su dominio expresivo. Poemas como “Entreactos de ira” y “Clase de
historia” deben ser considerados gran poesía, escrita en una lengua cuya norma
expresiva no coincide totalmente con el uso del español en una nación
determinada (aunque la influencia mayor es la del español de México), resultado de su sensibilidad bilingüe y
bicultural.
Tino, en su poesía, recrea el
espacio nativo familiar en el teatro de la memoria. Describe su vida social, y
el enfrentamiento con los integrantes de la comunidad angloparlante hostil que,
durante las décadas del cuarenta, cincuenta y sesenta, no reconocían a los
inmigrantes hispanos su derecho a ser diferentes. Y su impotencia, su frustración
y su rabia ante ese avasallamiento de sus necesidades y falta de reconocimiento
del valor de su identidad. El espacio en que vive el sujeto de su poesía es el
espacio marginal de aquel entonces, segregado del que habitaban los
norteamericanos blancos: el espacio familiar del barrio pobre chicano, del
ghetto méxico-americano. Muestra el sitio transitorio donde habitan los obreros
agrícolas migrantes (“Tierras prometidas”), que trabajan un suelo que no es el
suyo, y se aíslan de la sociedad angloparlante, para vivir “en familia”, no
siempre de una manera fraterna. Los “años peores” de que habla Villanueva
(expresión que toma de unos versos del poeta español J. M. Caballero Bonald,
que incluye como epígrafe del libro) son los años de su infancia, que evoca en
sus poemas. Esto indica una dolorosa desvalorización de lo que debería haber
sido el momento más hermoso de la vida del individuo, cuando el niño, amparado
por el amor de sus progenitores, se socializa y aprende a convivir con sus
semejantes. No es extraño entonces que el poeta elija escribir estas memorias
en español: son las memorias de su grupo familiar marginado, separado por su
lengua y el color de su piel, de la sociedad angloparlante.
Si en Crónica de mis años peores el poeta escribe sobre la segregación lingüística
y social, en Scene from the Movie GIANT,
su poema en inglés, crea una alegoría sobre la barrera racial que separa a los méxico-americanos
de los anglos en Texas (Hanson 1C). El título del poemario se refiere a la
penúltima escena de la película Giant,
en que Bick Benedict, el personaje protagonizado por Rock Hudson, tiene una
pelea a golpes de puños con el dueño de un restaurante popular de hamburguesas,
luego que éste rehúsa servir a unos mexicanos y alude con sorna al color de la
piel de su nieto mestizo. Allí, el color de la piel y el lugar de origen
definen la pertenencia a la patria, y los descendientes de mexicanos quedan
excluidos de ella. La perspectiva del sujeto poético que narra es doble. El
poeta adulto recuerda la rabia y la impotencia que sentía el adolescente cuando
se sentaba en el cine a ver la película sin poder decir nada (algo parecido
ocurría en “Clase de historia” de Crónica
de mis años peores, donde el niño durante la clase no podía contestar al
maestro), y desde su perspectiva actual trata de entenderlo. El proceso poético
implica una toma de poder para el poeta. Y una cura catártica, una purga del
alma dolorida. En el proceso hace justicia (poética) y denuncia el atropello
que sufrió el adolescente en su sociedad.
En Hay otra voz Poems (1968-1971)
encontramos una sección titulada “Mi Raza” en que Tino incluye poemas en
inglés, y en una combinación de español e inglés. Sus títulos indican su
intención de denuncia social: “Que hay otra voz”, “Day-long Day”, “Pachuco Remembered”,
“Aquellos vatos”. En Shaking off the Dark
(1984), su libro anterior a Crónica de
mis años peores, en el poema “Speak Up, Chicano, Speak Up”, Villanueva llama a los chicanos a
luchar por sus derechos, a hablar, a expresar democráticamente su disenso con
su sociedad (Rodríguez 77-87). Aparecen en el poemario otros poemas sobre su
experiencia juvenil, que serían luego la base de Crónica de mis años peores: “Haciendo apenas la recolección” y “I
Too Have Walked My Barrio Streets”, que hablan de aquellos momentos de su
infancia en que el poeta sufría por su marginación.
Recién en Crónica de mis años peores, 1987, su primer libro escrito
enteramente en español, describe detenidamente la vida íntima de su núcleo
familiar. Su capacidad de introspección y autoanálisis (poético) da a su voz su
vuelo lírico más auténtico. El personaje que concibe y habla de sí es un
antihéroe, una víctima del sistema, un sujeto sensible que sufre las
injusticias y se lamenta, logrando transmutar su experiencia personal dolorosa
en arte. El sujeto confiesa su impotencia y su rabia, su odio, y condena
moralmente las debilidades y limitaciones de su familia. Acusa de incomprensión,
insensibilidad y racismo a aquellos que deberían haberlo ayudado cuando niño en
la escuela, al maestro que no supo o no quiso enseñarle lo que él necesitaba
aprender. Y da una lección a sus lectores: el niño logró crecer a pesar de
todo, gracias a las palabras. El lenguaje salva, redime. En San Marcos, cuando
trabajaba de obrero en una fábrica de muebles, copiaba palabras de un
diccionario, anotaba sus definiciones en cuadernos, y se las aprendía. Esta
curiosa manera de coleccionar palabras fue su primer contacto consciente con la
literatura. Villanueva no ve el lenguaje como una unidad, porque su mundo lingüístico,
su mundo psicológico y su mundo social, están fracturados. No vive en unidad. Busca
en su poesía, a través de sus dos culturas y sus dos lenguas, la unidad
imposible. Es ésta la tragedia de su sino como chicano. Y su mérito es haber
transformado su drama personal en fiesta del lenguaje, en poesía.
Crónica
de mis años peores es un proceso de búsqueda en la lengua de su comunidad,
en su lengua materna. Esa lengua materna no es una lengua feliz e irradiante,
solar y mexicana, como la de sus antepasados: es una lengua herida que conoce
su lado de luz y su lado de sombra (Hoggard, “The Expansive Self”, 24). Es una
lengua cuestionada y despreciada por la mayoría angloparlante. Se lo recuerda
el maestro en la escuela al niño en “Clase de historia”. La sociedad nacional norteamericana
es (o debería ser) una sociedad monolingüe: un territorio, una cultura, una
raza, una lengua. Ese es el ideal de la nación. Lo que no coincide con ese
ideal parece amenazarla.
El proceso inmigratorio que sufre
ininterrumpidamente su sociedad pone en tela de juicio la ideología
nacionalista. Estados Unidos está luchando por transformarse en una sociedad
transnacional. Trata de integrar en su seno a aquellos sectores sociales que
fueron marginados del Estado nacional burgués hegemónico. Aquellos que viven al
margen, sienten el poder del Estado, su capacidad para lesionar sus derechos,
para imponer por la fuerza leyes que les resultan injustas, y silenciar al
oprimido. Por eso Tino Villanueva le da tanta importancia a la palabra. Hay que hablar y romper el silencio. El
oprimido tiene que resistir. Tino escribe en dos lenguas. Le habla a las dos
partes de su yo. Cuando escribe en español, se dirige a ese pueblo secreto, que
es una parte marginada y negada de su nación, al pueblo hispanohablante,
inmigrante, pobre, proletario, cuya lengua no es reconocida por la mayoría. Le
habla a su comunidad, una comunidad de anhelos: anhelo de pertenencia, anhelo
de territorio (¿Aztlán?), anhelo de ser. Le habla de su carencia, de lo que no tuvo,
de lo que no es. Cuando escribe en inglés se dirige sobre todo al pueblo
angloparlante, le recuerda sus deberes sociales para con la comunidad chicana e
hispana, y dramatiza poéticamente la vida del chicano marginado, su destino
indigno en la nación.
La poesía de Villanueva toca temas
de relevancia social, pero no es exteriorista. Es íntima. Le sale del alma. Y
es un canto de dolor. El aspecto más bello de su mundo poético es el patetismo,
la manera en que el personaje revela su sufrimiento ante las injusticias que
padeció. Su dedo acusador señala a su sociedad, porque... ¿cómo puede
justificar su país, Estados Unidos, la victimización de un niño? En “Clase de
historia” logra fundir sus preocupaciones sociales con su aguda conciencia
lingüística. El sujeto de la poesía es un niño mexicano que está en clase de
Historia, en su escuela de Texas, en 1959, y tiene que escuchar los comentarios
racistas del maestro, sufrir sus prejuicios raciales. El poeta había hablado
del racismo en su anterior poesía en inglés. Ahora da al tema una nueva
modulación, para denunciar el mal social: la lengua se le vuelve “loca”. Su
lengua se expresa en español, muchos años después de sufridas las injusticias.
Dice el poeta:
Se me volvía loca la lengua.
Quería tan pronto saber
y
decir algo para callar
el
abecedario del poder,
levantarme
y de un golpe
rajarle
al contrincante las palabras... (31-32)
Su lengua está en
lucha con el sistema. El escritor resiste y se rebela desde su “otra” lengua
comunitaria, desplazada, secreta. Desde esa lengua propia quiere “rajarle” al
contrincante: la lengua del poder (que se expresa en inglés). Esa es la lengua
de los textos de historia “oficial” que el maestro esgrime, para enseñarle a
los niños la “historia lisiada” de los méxico-americanos (30). El poeta
cuestiona cuál es el grado de legitimidad de esa lengua que condena a su gente.
En la conclusión presenta una nota optimista, afirmando que “...los libros han
cambiado/ al compás del pueblo latidor...” (32). Y dice: “Sean, pues,/ otras
palabras las que triunfen/ y no las de la infamia,/ las del fraude cegador”
(32). Espera que triunfen las palabras de la verdad, las palabras de la historia
verdadera que da a los Chicanos su lugar en la historia de los Estados Unidos,
como legítimos hijos de su nación.
Mientras tanto, ¿qué le ha quedado
para sí al poeta, alejado ya en el tiempo de aquella experiencia de la niñez,
al poeta docente de Boston University? Le ha quedado la palabra comunitaria,
pero ha abandonado su rebeldía: se redimió en el lenguaje. Ya no siente más en
carne propia esa sensación de impotencia que lo asoló cuando niño. Dice el
poeta: “Aquí mi vida cicatriza/ porque soy el desertor,/ el malvado impenitente
que ha deshabitado/ el salón de la demencia,/ el insurrecto/ despojado de los
credos de la negación” (32). Confiesa su culpabilidad. El está demasiado bien,
ha dejado el credo de “la negación”, instrumento formidable para un poeta
rebelde, para un poeta chicano. Ha elegido salvarse, redimirse a través de la
palabra.
En su libro nos presenta en imágenes
los estados sicológicos que vivió en su infancia a través de la evocación
poética. En el teatro de la memoria el poeta vuelve a ser el niño impotente que
viajaba por Texas, acompañando a sus padres, que seguían la recolección del
algodón. El proceso de escritura es una catarsis y una cura, un ritual
liberador. Su voz poética es sincera: Villanueva no idealiza el mundo chicano.
Los pobres, su familia, él mismo como niño, son personajes carenciados,
resentidos, iracundos. Trata de entender a su grupo familiar, y juzga el por
qué de sus acciones. Los pobres, en sus poemas, no son los dueños de la tierra,
son los desarraigados. El grupo familiar, visto desde adentro, resulta unido
por la necesidad, por el trabajo duro. La ira reemplaza a la compasión, la
violencia verbal lastima a los más jóvenes.
En el poema titulado “Entreactos de
ira”, Tino confiesa que su hogar era “hermético”, y caracteriza a su familia
como “dada a las riñas repentinas”. Dice: “Estoy oyendo/ dos décadas de unos/ contra
otros: abuelos y tíos/ defendiéndose con voces/ que hacían doler las paredes/ de
yeso y de cartón; mayores/ contra menores vociferándose/ injurias sin ir más
allá de la protesta/ como quienes se dicen protestantes” (13). En ese ambiente
agresivo, sólo explicable por las frustraciones de los mayores, el niño se
aísla:
Huía
hacia mí mismo; me hacía sordo
para
salvar lo que pudiese
tras
cada huamazo de humillación.
Del
rincón aparte (a donde nadie
venía
por mí) me agarraba,
y
en la garganta estaba el golpe
de todos los resabios. (14)
Villanueva, el
hombre adulto, perdona a sus familiares. Entiende que la situación social era
tan desesperada, que tenía que engendrar riñas domésticas y violencia verbal.
Las dificultades de la vida cotidiana “...fueron dejando/ sus huellas en
aquellos seres/ de tierra y de sudor,/ y eran en el fondo/ las abyectas
referencias/ que hacían gritar con desamor”(15). La marginación lleva al
explotado a la abyección. El mundo familiar ya no es más el refugio del pobre.
El niño se protege ensimismándose. En su soledad podrá encontrar la palabra en
libertad, la palabra poética. En el final de “Entreactos de ira” Villanueva
habla de una “génesis”, de un nuevo nacimiento: ha hallado los “versículos/ del
libre respirar”(15). Han pasado muchos años. La lengua de su comunidad lo lleva
a respirar en libertad.
Su libro siguiente, Scene from the Movie GIANT, donde nos
habla del drama racial del chicano en Estados Unidos, lo escribe en inglés,
pero en su próximo breve libro publicado, Primera
causa / First Cause, 1999 (es una plaquette de diez poemas), vuelve al
español. Villanueva no “progresa”, no “evoluciona” en su literatura, en el
sentido de “superar” temas o de “resolver” etapas históricas. El poeta indaga
en el origen. Pasó de publicar, durante su juventud en la Universidad, libros
rebeldes en inglés (con algunos pocos poemas en español), bajo la influencia
benéfica de Dylan Thomas (Hay otra voz
Poems, 1972), a publicar obras en español durante su madurez poética y existencial.
Primera causa / First Cause es un
libro sobre el acto de escribir, la escritura es la primera y la última causa.
El poeta está frente al desafío del papel en blanco. Sin caer en el solipsismo,
medita profundamente sobre la
trascendencia del acto poético. Más allá
de su condición racial, se siente un poeta que no puede dejar de escribir sobre
sus vivencias más afanosas.
Como ocurrió con los Simbolistas a
fines del siglo diecinueve, su proceso poético culmina en la meditación sobre la
escritura. Villanueva piensa en el poder transformador de la palabra. Dice: “En
el principio era un papel;/ y sobre el papel una memoria,/ y la memoria se hizo
verbo -- / lo que se olvida y luego retorna,/ lo que siempre ha sido mío y
nunca acaba,/ que cuando acaba, acaba siendo lo que escribo” (8). El tema de la
memoria, fundamental para el arte chicano, emerge una vez más en sus escritos.
La memoria es su musa inspiradora, en ella encuentra una forma humana de
redención. El pueblo chicano tiene fe y va en busca de su liberación y de su
utopía. Desde su retiro bostoniano (distanciado de la frontera texana, aunque
no de los padecimientos de la numerosa comunidad hispana radicada en el noreste
de los Estados Unidos), el poeta no escapa a las torturas de esas memorias de
su infancia y adolescencia, que recobra dolorosamente, para rescatar su
historia personal y entender el caos de su pasado, y confirmar su identidad.
El poeta retrocede en el tiempo para
encontrar su ser. Ya ha logrado restañar las heridas. La salvación conseguida
en Crónica de mis años peores y en Scene from the Movie GIANT ha dado sus
frutos. En Primera causa / First Cause
se manifiesta más libre, más universal. Entiende que su ser está en el tiempo.
Sólo la voz puede quedar. La literatura, que es de todos, promete cierta
permanencia a su voz individual. Dice: “Memoria mía, memoria mía, / dame lo que
es mío y enséñame/ la pura manera de contar lo que se ha ido/ -- que pueda más
la voz que el tiempo” (18). Este es el don nada efímero que espera recibir el
poeta. Esa fue su primera causa, la razón de su ser. Villanueva le habla en
este último poemario a una comunidad más vasta que la hispanohablante
norteamericana. Se dirige a todos los lectores del mundo hispano. Dice en “Así
dijo el Señor”:
Andar, desandar. Nada es eterno.
Le he dado la vuelta al mundo
y de pronto en el camino
me he encontrado con esta memoria
todavía.
En la clara actualidad: lo marginado
se ha movido más al centro;
lo de afuera se transforma en lo de
adentro.
Y si antes no supe dar un
contracanto,
ahora conmigo traigo esta asamblea
de palabras
a favor de esta república
donde se habla en español. (24)
Quiere ser un
poeta de toda la lengua heredada, la lengua es su patria, puesto que no tiene
una patria en que el español sea su primera lengua. La patria de Villanueva (si
no lo es la mítica Aztlán) es la República de las Letras. A ella pertenece como
poeta de su lengua (de sus lenguas), que trasciende límites comunitarios y
nacionales. Porque las historias nacionales son sólo un episodio en la historia
de cada lengua y de la poesía de esa lengua.
Bibliografia
citada
García, Concha.
“Entrevista con Tino Villanueva”. Revista
de Diálogo Cultural
entre las Fronteras
de México, Vol. 1, Número
3 (1996): 2-9.
Hanson, Susan. “San Marcos native reflects on the past in
his newly released poetry
collection”. San Marcos Daily Record, 10-10-1993: 1C.
Hoggard, James. “The Expansive Self: The Poetry of Tino
Villanueva”. The Texas
Observer,
5-12-2000: 23-25.
----------. “Translator’s Afterword”. Tino Villanueva, Chronicle Of My Worst Years/
Crónicas
de mis años peores. Northwestern
University Press/TriQuarterly
Books, 1994. Traducción de James Hoggard. 79-84.
Martín-Rodríguez,
Manuel. La voz urgente: Antología de
literatura chicana
en español. Madrid: Editorial Fundamentos, 1995.
Rivera, Tomás.
“Recuerdo, descubrimiento y voluntad en el proceso imaginativo
literario”. The Complete Works. Houston: Arte
Público Press, 1991. 359-364.
Rodríguez, Alfonso. “Tino Villanueva’s Shaking Off the Dark: A Poet’s Odyssey
into the Light”. Tino Villanueva. Shaking Off the Dark. Tempe, Arizona:
Bilingual Press, 1998.
77-87.
Villanueva, Tino.
Hay otra voz Poems (1968-1971). New York-Madrid:
Editorial
Mensaje, 1979. Tercera edición.
----------- Shaking Off the Dark. Houston: Arte
Público Press, 1984.
----------- Crónica de mis años peores. La
Jolla: Lalo Press, 1987.
----------- Scene from the Movie GIANT. Willimantic,
CT: Curbstone Press, 1993.
----------- Primera
causa / First Cause. Merrick, New York: Cross-Cultural
Communications,
1999. Traducido al inglés por Lisa
Horowitz.
----------- Chicanos: Antología histórica y literaria.
México: Fondo de Cultura
Económica,
1980.
----------- Tres poetas de posguerra: Celaya, González y
Caballero Bonald
Estudio y entrevistas). London: Tamesis Books, 1988.
----------- “Rupturas y alianzas en la poesía bilingüe
chicana”. Gema Areta Marigó,
Hervé
Le Corre, Modesta Suárez y Daniel Vives, Editores.
Poesía
hispanoamericana: Ritmo(s)/ Métrica(s)/ Ruptura(s). Madrid:
Editorial Verbum, 1999. 182-198.
Publicado en Alba de
América 39-40 (2002): 369-385.
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