de Alberto Julián Pérez
Free at last!
Yo me morí ayer.
Estoy en el día después.
Free, free at last!
Soy libre, tengo otra vida.
Escapé a mi destino.
El perro que me muerde los talones quedó atrás.
Habito un nuevo espacio imaginario.
Llámenle poesía, llámenle eternidad.
Lo alienta el mismo espíritu: Dios, la palabra.
En el principio era el verbo. Y se hizo la luz...
El placer de nacer
El placer de nacer
en un nido de tiempo.
Aletean palomas a mi alrededor. Envidio sus alas.
Mi madre anestesiada para olvidar su dolor.
Tuvo aquella vida
que la lastimó en su amor.
Con ojos empañados dicta su sentencia:
ya nunca serás feliz, has nacido a la muerte.
Una pasión consentida
¿Qué es la vida sino una pasión
con-sentido, sin-sentido,
un guiño hecho a Dios en el vacío
que no alcanza
para la resurrección?
Vivimos enojados con nuestro destino.
No hemos sido
los más grandes.
Son otros los héroes celebrados,
y nosotros, los olvidados,
sentados en un café al atardecer,
vemos pasar la procesión del mundo
sin comprender,
como quien mira una película muda.
La vida de nuevo
Nací en una nube rellena con hilos de oro.
Tirando de ellos salía del laberinto del tiempo,
e ingresaba
en la vida ilimitada del espíritu.
Como un ángel veía a Dios.
Nos mirábamos intensamente a los ojos.
Sentía que me amaba.
Después despertaba y era yo
pasajero del abismo
perdido entre las flores.
Dirección permanente: la Esperanza.
Amanecer
Este pobre cuerpo condenado
se levanta al alba
sediento de luz y de cielo;
se busca en los espejos, transparente,
y descubre al Espíritu: Ecce homo!
Ese es el hombre.
Hubo otro mejor que nosotros;
lo necesitamos... como un hijo
necesita al padre, y el padre al hijo.
Algún día
mereceremos su perdón
e iniciaremos
una vida radiante.
El adiós
Las palabras de despedida del hijo,
las palabras de esperanza del padre,
las palabras de desesperación
de Cristo,
su dolor, su lamento:
¡Señor, por qué me has abandonado!
Oculto en lo humano y en lo divino,
la miseria,
y en sus sueños
el dolor,
y en el dolor la vida.
El sabor de lo humano...
la partida, la amargura;
el reencuentro, la dulzura.
Y en la vida
la muerte,
y en la muerte el espíritu.
Los amantes son uno,
y, dichosos, comulgan,
frente al arbusto de fuego,
antes de entrar en el desierto.
Publicado en Revista Renacentista, Mayo 2023. Web.
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