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miércoles, 8 de marzo de 2023

La condición hispana en Estados Unidos, según Ilán Stavans

                                                                    de Alberto Julián Pérez 

En 1995 el ensayista llán Stavans (México, 1961) publica The Hispanic Condition. El libro, escrito en inglés, marca un acontecimiento singular en la historia de la cultura hispanoamericana: es el primer ensayo interpretativo comprensivo escrito en inglés por un escritor hispanoamericano, tomando como problema la cultura hispana que se ha desarrollado en los Estados Unidos de Norteamérica en los últimos cuarenta años del siglo XX. Los Hispanos conforman un grupo inmigratorio que, en los momentos que se escribió el libro, pasaba los 23 millones de personas, y hoy, en el año 2005, se aproxima a los 40 millones. Este contingente, afirma Stavans, forma la mayor inmigración de un grupo étnico en Estados Unidos desde que llegaran a este país los judíos del Este de Europa, que se asentaron fundamentalmente en la costa Este y en el Medio Oeste a principios del siglo XX (19). Los Hispanos mantienen sobre la sociedad norteamericana una influencia cultural transformadora comparable a la que ejercieron los afroamericanos después de la guerra civil, que los liberó de la ignominiosa esclavitud que sufrieron por tantos años.

Stavans comprende que su libro está abriendo un nuevo espacio cultural para la reflexión, e indica que se habían escrito antes trabajos destinados a interpretar la situación cultural de inmigrantes de países específicos, como el libro de Gustavo Pérez-Firmat, The Cuban Condition, pero no un libro interpretando la situación de todos los Hispanos (31-2). 1

Las personas de origen hispano que viven en Estados Unidos están tomando conciencia de que al norte del Río Bravo se está formando una nueva "nación" hispanoparlante, que es oficialmente una "minoría" dentro de la sociedad norteamericana, a la que esta reconoce como "tercer" grupo étnico dentro de su territorio. Si Estados Unidos era, en la primera mitad del siglo XX, un país que se reconocía como racialmente compuesto, y dividido en una mayoría blanca y una minoría negra, hoy es un país que ha agregado otra gran minoría: la hispana. El ensayista méxico-norteamericano Richard Rodríguez registra en su primer libro, Hunger of Memory The Education of Richard Rodriguez, el momento en que esto ocurrió. Dice que fue a partir de 1967 que los angloamericanos dejaron de referirse a él como el extranjero, o el mexicano, y empezaron a llamarlo el Hispano (44-5). Comprendió con disgusto que se estaba creando una nueva categoría racial.2

En esos momentos, durante la década del sesenta, desplegaban su militancia social los diversos sectores que reclamaban el reconocimiento de derechos civiles conculcados: los negros, los chicanos, los homosexuales, las mujeres. El gobierno mantuvo una actitud receptiva hacia ellos. Esto reforzó el sentido de identidad de estos grupos y se transformaron en peticionantes, en un conflictivo proceso que el estado norteamericano manejó con criterio reformista.3 Si bien la minoría hispana que vive en Estados Unidos está constituida por individuos provenientes de distintos países (México, Puerto Rico y Cuba, sobre todo) que conforman subgrupos con tendencias culturales propias, a los que se suman colonias de inmigrantes de cada uno de los países hispanohablantes, desde la perspectiva del gobierno norteamericano todos ellos forman un cierto tipo de unidad.

El elemento principal que da cohesión a los Hispanos es el empleo del español: es una minoría bilingüe. Uno de los logros políticos fundamentales de esta subcultura fue el reconocimiento del estado norteamericano del derecho de los Hispanos de recibir educación bilingüe en las escuelas públicas. El estado ha aceptado su responsabilidad educativa y reconocido de hecho la existencia de un bilingüismo permanente dentro de su territorio.4 Está acertado Stavans cuando afirma que el español es una lengua que no va a desaparecer del territorio norteamericano: los Hispanos nunca van a ser completamente asimilados, el bilingüismo ya es constitutivo de esta nación (138). En este momento el español es la lengua "extranjera" más estudiada en las escuelas y las universidades del país, de tal modo que no solo los inmigrantes retienen su uso, sino que aquellos descendientes de Hispanos que tienen un uso limitado del español lo van perfeccionando, y un sector grande de la población angloparlante adquiere

una competencia cada vez mayor en su empleo. Es la lengua, más que el país de origen, la que contribuye a dar una identidad cultural y espiritual a los Hispanos. Si bien esta minoría hispana es, como la negra, un sector de la población en su mayor parte proletario, con un nivel de vida muy inferior al de la mayoría de origen anglo, el impacto económico y cultural de los Hispanos en Estados Unidos es considerable (11). Es además una minoría que mantiene una relación dinámica y fluida con otros sectores sociales constitutivos del país.

Stavans está intelectualmente bien equipado para estudiar la sociedad hispana de los Estados Unidos. Mexicano de familia judía, cuenta en un ensayo autobiográfico que siempre se sintió un foráneo en la capital mexicana, donde se crió ("Autobiographical Essay" 76). Asistió a una escuela de la colectividad judía, donde recibió una educación trilingüe, en hebreo, yidish y castellano y estudió el inglés. En 1985 fue a hacer estudios de maestría a New York, después de recibir una beca del Jewish Theological Seminary, y continuó con sus estudios de doctorado en literaturas hispánicas en la prestigiosa Columbia University. Llegar a New York operó una verdadera conversión en llán Stavans: sintió que su destino estaba en Norteamérica. Si en su país, México, se había sentido marginado y alienado, en Estados Unidos adoptó una personalidad cosmopolita. Pudo ser a un tiempo un Hispano o Latino (parte de este tercer grupo étnico cuya identidad está en proceso de definición) y un judío, que se sabe parte de una diáspora intercontinental.

Stavans es un intelectual que necesita salir de sí para observar el mundo, para ser él y otro al mismo tiempo, y mirarse en los demás como en un espejo. Polígrafo singular, empezó su carrera literaria muy joven, publicando una novela en México en castellano a los 18 años. Al ir a Estados Unidos decidió hacer de este país su residencia permanente y escribir en inglés. En 1993 publica su primera obra en esa lengua, Imagining Columbus The Literary Voyage y desde entonces su producción ha sido ininterrumpida. Abarca numerosos libros de ensayo -el género que le ha dado un perfil intelectual definido entre sus lectores -, antologías, ediciones de textos clásicos de la literatura hispanoamericana prologados por él, y cuentos. Ha desarrollado paralelamente un importante trabajo como periodista cultural, publicando en las revistas norteamericanas más prestigiosas, como The Nation, Review of Contemporary Fiction, The Bloomsbury Review y The New York Times Book Review. Dirige también un programa televisivo de entrevistas con escritores Latinos (que incluye entrevistas a Richard Rodríguez y Tino Villanueva), difundido por PBS, la cadena pública de programas culturales.

El trabajo de llán Stavans se ha transformado en un importante referente cultural para la comunidad hispana. Es un individuo-puente capaz de traducir la problemática y la sensibilidad de los Hispanos al

público norteamericano en general, que asiste a este nuevo proceso social: la consolidación de una "etnia" diferenciada, con su propia tradición cultural y su lengua, dentro de su territorio nacional. Que esto último sea posible es un importante tema de estudio para la sociología: ¿por qué transformar a los Hispanos en una "etnia" independiente, junto a esa otra "etnia" históricamente segregada: los Afro- americanos? Tal proceso muestra las limitaciones de la sociedad norteamericana para integrar a sus distintos sectores constitutivos en una unidad, en lugar de tratarlos como grupos sociales separados. El estado se identifica con el sector anglo-protestante (son los "verdaderos" norteamericanos), que hace concesiones y trata de interactuar con los otros grupos.5 Ante la imposibilidad de tener una sociedad integrada y armónica, el gobierno ha procurado introducir una legislación correctiva de las desigualdades, con la esperanza de mitigar las tensiones y conflictos sociales. Cada grupo vive detrás de una barrera invisible, materializada dramáticamente en los guetos urbanos. En la ciudad de New York, por ejemplo, los negros norteamericanos moran en el sobrepoblado Harlem, junto a los Hispanos puertorriqueños, sus vecinos de El Barrio, a pocas cuadras del rico sector residencial burgués de la Quinta Avenida y Park Avenue, y no muy lejos del populoso "Barrio Chino".

Stavans, en su segunda edición corregida y actualizada de The Hispanic Condition, en el año 2001, a la que cambia el subtítulo (el subtítulo de la primera edición era "Reflections on Culture and Identity in America", y el de la segunda "The Power of a People"), incluye un nuevo prólogo en que explica lo que había querido hacer en su primera edición, cuando era más joven (publica The Hispanic Condition a los 34 años, la misma edad en que Sarmiento publicó su Facundo, libro al que escribió una excelente introducción). Según Stavans, había tratado de ocupar la posición del intelectual independiente, que analiza la cultura (la literatura y el arte particularmente) de un sector social, confiando en su propia capacidad de observación. Su labor, constatamos, es   trabajo de analista social. Su objetivo era reflexionar, pensar sobre el problema de la identidad hispana en los Estados Unidos, con espontaneidad y sinceridad.

En el prólogo a la segunda editión Stavans explica que después de publicado el libro recibió numerosas cartas de lectores angloparlantes cuestionando su descripción de los Hispanos y el punto de vista asumido (The Hispanic Condition 2001: XI). No es una obra académica en el sentido estricto de la palabra (aunque Stavans tiene preparación académica, es doctor en letras hispanas y profesor de

Amherst College en Massachusetts), pero sí estudia y analiza la cultura hispana (su literatura principalmente), para lo cual Stavans recurre a su formación académica.

El autor advierte que su aproximación al problema, y su método de trabajo, aunque inusual para los modos de escribir norteamericanos, tiene una rica tradición en Hispanoamérica. Se refiere a los ensayistas de la "identidad", representados por Domingo Faustino Sarmiento, José Martí, José E. Rodó, José Vasconcelos, Ezequiel Martínez Estrada, Octavio Paz, entre otros. Estos ensayistas analizaron la problemática de sus países (en el caso de Martí y Rodó la problemática latinoamericana) desde una perspectiva cara a su vida intelectual: se preguntaron por el ser de América, su carácter, su sentido, su futuro. El quiénes somos y adónde vamos ha mantenido su vigencia en Latinoamérica. Siempre extraños a nosotros mismos, no estamos seguros de nuestra identidad. Dudamos de nuestros deseos, estamos presos de un sentimiento de minusvalía que nos lastima. Todos los pensadores referidos tratan de dilucidar esta problemática, nuestra "pregunta fundamental" y nuestra cuestión existencial por excelencia.6

Stavans se siente incómodo con el lugar más comúnmente asignado al académico en Estados Unidos: la ciudad universitaria, aislado de la vida social y la vida política contemporánea. Este papel, al que ha llevado en parte la especialización del saber en la sociedad norteamericana, le resulta estrecho. Explica que ve como modelos de su empresa intelectual al pensador francés Alexis de Tocqueville, autor de De la démocratie en Amérique, 1835, 1840, y al pensador negro norteamericano W. E. B. Du Bois, autor de The souls of Black Folk, 1903. Dice Stavans: "I wrote in the early 1990's, at a time of upheaval in my life. The first draft was too scholarly, so I discarded it. I wanted to be closer in spirit to Tocqueville and Du Bois: spontaneous, learned but not pedantic, a writer's honest examination of his own cultural crossroads (The Hispanic Condition, 2001: XII)."

Se entiende que un libro de estas características no aspira a ser "científico". Es una libre interpretación de un problema que no admite una respuesta categórica. Al ser un tema abierto, otros ensayistas seguirán tratando, a su modo, de analizarlo.7 La elección de "mentores" que hace Stavans: Tocqueville y Du Bois, nos permite inferir cómo entiende su empresa intelectual. Es, al igual que Tocqueville, un extranjero tratando de comprender la dinámica cultural y política de una sociedad distinta a la suya y, semejante al intelectual negro Du Bois, y a los escritores de la diáspora judía norteamericana, pertenece a un sector social (el Hispano) que vive en una subcultura parcialmente segregada de esa parte de la sociedad que se siente protagonista indiscutible de la vida nacional norteamericana: la denominada mayoría anglosajona.

Notamos al leer la literatura producida por Hispanos en Estados Unidos que muchos de ellos son profesores universitarios. Aunque Stavans procure escapar a este determinante, su formación académica tiene gran peso en su obra. Stavans, como Cornell West, entiende que esta es una limitación que hay que superar: el intelectual necesita romper este encierro (West 62-6). Su libro trata de ser controversial y polémico, y una de las acusaciones que hace a los intelectuales latinoamericanos que viven en Estados Unidos, es la de haberse encerrado en las ciudadelas universitarias e ignorar los problemas de la comunidad hispana en los Estados Unidos.

Stavans organiza su libro sin seguir un criterio rigurosamente historicista, aunque hace continuas referencias a situaciones históricas concretas. Prefiere identificar núcleos de pensamiento, "filosofemas" y discurre libremente sobre ellos, prestando especial atención a las cuestiones literarias, que es el área del saber en que muestra conocimientos más firmes (es doctor en letras). A partir de sus observaciones literarias, trata de llegar a generalizaciones sobre la situación cultural de los Hispanos. Esta dependencia de lo literario inclina su interpretación hacia lo "artístico", no discute exhaustivamente lo económico y lo político.

Stavans inicia su libro con un sueño "placentero" (comento la primera edición, puesto que en la segunda suprime muchas partes y corrige otras —es decir, se autocensura— modificando la intención original de la obra del Stavans más joven). En este sueño ve el futuro de nuestras Américas (1). Es el año 2061, se trata de un sueño fantástico. ¿Cómo son las Américas en ese tiempo no tan lejano? Como en el presente, están divididas en un sector pobre y otro rico. El mundo rico urbano se parece al de la ciudad universitaria de Santa Barbara, California: un pueblo de vecinos acaudalados, cultos y liberales. El mundo pobre se parece al de una ciudad caribeña, posiblemente La Habana. Lo nuevo en el sueño, lo utópico, es que ha surgido una cultura global y multilingüe. El mundo anglo y el Hispano ya no se encuentran segregados. La sociedad del norte está mucho más integrada racialmente, y en ella predominan no sólo los Hispanos, sino también los asiáticos. Se ha formado un híbrido, una nación de naciones, que se llama el Nuevo Mundo. La lengua también se ha unificado: se habla "Spanglish"

Este sueño crea un marco adecuado a una de las preocupaciones principales de Stavans: cómo superar las barreras que separan y aíslan a las culturas, y son responsables por los prejuicios interraciales. Si al crecer en la ciudad de México se sintió marginado, en una cultura católica, y en un país que mira con desconfianza lo que parece ser ajeno o extranjero, al emigrar a Estados Unidos, y decidir hacer de ese país su residencia permanente, descubrió que vivía detrás de una nueva barrera: él era parte de la "minoría" hispana. Stavans ha aceptado como misión el tratar de vencer los prejuicios raciales, que separan a los seres humanos. Interpreta y explica la cultura hispana, con la esperanza de que el conocimiento de esta cultura ayude a los anglosajones a acercarse a los Hispanos, y ayude a estos últimos a verse a sí mismos como miembros de una comunidad con una historia importante. Practica una filosofía comunitaria que busca borrar diferencias y restañar heridas, unir lo que ha separado la incomprensión y el prejuicio. Su visión encierra el ímpetu liberal y humanista de otros grandes ensayistas latinoamericanos, como Sarmiento y Rodó, que vieron la ignorancia como una amenaza que precipitaba al mundo hacia la barbarie. Para liberar al hombre, cree Stavans, hay que destruir las barreras que separan a las culturas.

¿Cómo es posible vivir en dos culturas a un tiempo? Este es el dilema que enfrentan muchos millones de Hispanos en Estados Unidos. La respuesta de Stavans es: necesitamos aprender a vivir en una realidad "compuesta", habitar ese espacio en que los dos mundos se unen y se separan por medio de un guión, como las palabras compuestas: ser Hispano-Norteamericanos. Ambos nombres, Hispano y Norteamericano, históricamente tienden a separarse. Para el Hispano que habita en Estados Unidos esta contradicción es un hecho: vive entre dos realidades irreconciliables, el mundo anglosajón y el hispano. Sin embargo, es imposible excluir a ninguno de los dos: ser latino implica aprender a vivir "in the hyphen" (8). Stavans tiene experiencia viviendo en situaciones personales alienantes: en Estados Unidos, como Hispano, y en México, como judío. En los ensayos que publica después de The Hispanic Condition explora junto a los temas hispanos la cuestión judía, tanto dentro como fuera de Latinoamérica (The Essential Ilan Stavans 89-143). En Estados Unidos encuentra más intolerancia racial que en México: los países hispanos han aceptado las uniones interraciales, creándose pueblos mestizados; en Estados Unidos la barrera que separa a las razas se mantiene firme, hasta el punto que los Hispanos han sido transformados en la tercera "raza" nacional. En estas circunstancias buscan su propia identidad "racial", mantienen su lengua y todo el mundo espiritual implicado en ella, pero viven segregados y mantienen una relación de amor-odio con las otras "razas".

En el comienzo del capítulo "Life in the Hyphen" Stavans refiere un caso dramático: el de un pintor mexicano que emigra a California y allá pierde el habla y la razón; esquizofrénico, vive internado y sigue pintando; su psiquiatra decide exponer su pintura y le llega el reconocimiento. Según el psicólogo

la locura del pintor Martín Ramírez se debía al sufrimiento ocasionado por el difícil proceso de adaptación a otra cultura. Para Stavans el destino del pintor es simbólico del de tantos inmigrantes que llegan a una nueva tierra y tratan de entender su medio social. La diferencia, dice Stavans, es que los Hispanos en estos momentos han logrado romper el silencio que había encarcelado a Ramírez por tantos años, y son un pueblo con voz (8). Tomará tiempo entender que los Hispanos ya no ocupan sólo la periferia, se están desplazando a una posición más central en el sistema social. Este proceso cultural iniciado es dual: los Hispanos se anglicizan, y los anglos se hispanizan. ¿Cuándo llegará el momento en que la cultura anglosajona absorba, asimile por completo a los Hispanos? En opinión del ensayista la asimilación nunca será total: los Hispanos aprenden la segunda lengua (el inglés) con lentitud, se aferran apasionadamente a su propia cultura y la población hispana crece con demasiada rapidez.

Los Hispanos vivirán siempre entre dos culturas. En cierta medida, este es un episodio de reparación histórica (y en esto habla particularmente como mexicano), puesto que muchos de los territorios donde residen los Hispanos en USA, particularmente el Sudoeste del país, habían pertenecido a México, hasta que este país fuera despojado de sus tierras (las vendió!) en el Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, luego de la desastrosa guerra con Estados Unidos.

A partir de los años sesenta empezó en Estados Unidos un enfrentamiento entre sectores hispanos y el sistema económico y político norteamericano: los Chicanos iniciaron su activismo, liderados por sus propios dirigentes, como César Chávez y Rodolfo "Corky" González, resistiendo los abusos laborales. A partir de ese momento escaló el proceso de resistencia de los Hispanos. Si bien esta militancia no mantuvo la misma intensidad en las décadas siguientes, los Latinos ahora reconocen su valer y se han decidido a abrazar la propia identidad. A partir de la década del ochenta, considera Stavans, han tenido un enfrentamiento cultural directo con los otros grupos: una guerra cultural (14). La colectividad hispana ha experimentado todo un cambio cualitativo en su modo de vida y el arte hispano tiene gran desarrollo en los Estados Unidos. Los Hispanos se han acostumbrado a usar los medios de comunicación con eficiencia, y promueven una reevaluación de lo Hispano.

Stavans se muestra sumamente optimista: la patria, considera, es donde uno está. El inmigrante hispano reprime el resentimiento, deja atrás el pasado y asume el presente (17). Dado este proceso, siente lealtad hacia dos culturas: la norteamericana y la de su país o comunidad de origen. Pero antes de asimilarse parcialmente a la nueva cultura sufre un doloroso proceso de pérdida. Este fenómeno de desplazamiento geográfico de los Hispanos y otros inmigrantes a un nuevo país ha alcanzado una importancia tal, que el primer mundo parece haberse transformado en un conglomerado de turistas, emigrados y refugiados. Este enorme flujo inmigratorio lleva a la confusión, pero una vez superada esta, el individuo pasa por un proceso de revisión de sus valores y acepta su nueva situación. Ningún grupo inmigrante ha logrado transformar tan profundamente la sociedad norteamericana como los judíos llegados de Europa del Este a principios del siglo XX y los Hispanos, que se han multiplicado a partir de la Segunda Guerra Mundial.

Los temas claves de la sociedad norteamericana en los próximos cien años, dice el autor, serán la aculturación y las mezclas de razas (19). Stavans procederá, en primer lugar, a establecer el marco intelectual para discutir estos problemas. Tal como los negros Afro-americanos demostraron durante el Renacimiento cultural de Harlem, en la década del treinta del siglo veinte, que los negros tenían "historia", él se propone demostrar que los Latinos tienen "historias". Son un conjunto de pueblos con una raíz común, pero historias diferentes. Estas historias son importantes porque determinan cómo piensan y quiénes son. La cultura y la identidad, cree Stavans, son estrategias colectivas para darle sentido a la experiencia, en constante estado de cambio. Los Hispanos en Estados Unidos conforman una "diáspora", y los inmigrantes hispanos mantienen una relación de amor-odio con los pueblos que viven al sur de la frontera que separa a Estados Unidos de México. Esa frontera, el Río Grande, establece una relación de vecindad con México: crea “vecinos distantes”, dice Stavans, citando a Alan Riding (24). Stavans alaba el alcance de la civilización hispana que se está desarrollando en Estados Unidos, pero, cree, aún quedan por responder muchas preguntas sobre la identidad: quiénes son los Hispanos, qué quieren, cuándo serán los dueños de su propia fortuna? (39).

Los Hispanos, nos dice en el segundo capítulo, “Blood and Exile”, conforman un grupo heterogéneo, y sus integrantes presentan entre sí similaridades, pero también diferencias. Comparada a la minoría negra y a la asiática, la minoría blanca resulta mucho más cohesionada, ya que los Hispanos comparten un entorno cultural común, su propia lengua y la misma religión. Sin embargo, esto no significa que los principales sectores hispanos, los Chicanos, los puertorriqueños y los cubanos, no tengan conflictos entre sí. Los antillanos han sufrido numerosas intervenciones políticas a manos de los Estados Unidos. Luego de la guerra entre España y Estados Unidos en 1898, que terminó con el mundo colonial español, el gobierno norteamericano retuvo, gracias al Platt Amendment, sancionado en 1901, el derecho de intervención en Cuba (que no fue derogado hasta 1934). Los caribeños han sido víctimas del colonialismo: sus deseos de independencia y soberanía se han visto frustrados numerosas veces.

Los Hispanos en Estados Unidos buscan esa felicidad y libertad que no han podido conseguir en sus propios países de origen. Sus escritores valoran la libertad de expresión que existe en Estados Unidos. Muchas veces enmudecen, desorientados, al llegar a su nuevo destino como inmigrantes, y se recluyen, víctimas del remordimiento y la nostalgia. En la literatura y el arte hispano siempre se combinan la política y la literatura. Uno de los sectores hispanos más sufridos es el pueblo puertorriqueño. Los puertorriqueños vieron frustrada su ambición de independencia luego de la guerra entre España y Estados Unidos; convertido en Estado Libre Asociado de Estados Unidos, Puerto Rico se debate entre sus sueños de independencia y los beneficios del desarrollo económico alcanzado en la isla a costa de vender su libertad. Los sectores desempleados y pobres de la población escapan a New York, donde se radican, y esta división dolorosa epitomiza el conflicto entre isleños y "Nuyoricans". Esta situación se ha transformado en la clave de la identidad puertorriqueña, como lo expresa el escritor René Márquez en su obra clásica, La Carreta.

La literatura "Nuyorican", como la Chicana, es, en sus orígenes, una literatura autobiográfica, en que los inmigrantes dan testimonio de su situación personal. Algunos escritores prefieren escribir en español, mientras otros cambian al inglés. Stavans hace un estudio histórico y literario resumido de los principales escritores puertorriqueños que escriben en New York, y de los escritores chicanos del Sudoeste de los Estados Unidos. El último grupo al que se refiere son los cubanos, cuyo exilio exacerba las tensiones entre escritores izquierdistas y anticastristas. De los tres grandes grupos de Hispanos que viven en Estados Unidos, señala Stavans, dos son antillanos. Tal como a los Chicanos los une la relación conflictiva de su país de origen con los Estados Unidos, a los caribeños los une un pasado de explotación: el vergonzoso sistema de plantaciones, asociado a la esclavitud, que implantara España en las islas.

Si bien los Hispanos han vivido por muchos años en Estados Unidos, no puede decirse que su relación con este país sea amistosa: los Hispanos están en conflicto con el gobierno de Estados Unidos, y el movimiento Chicano, como demuestra Stavans en el capítulo "At War with Anglos", personifica este espíritu de resistencia de los Hispanos, y la militancia de los escritores que alían la literatura con la militancia política (62). En este capítulo, el ensayista empieza a hablar en primera persona y se reivindica como Hispano Chicano (en la segunda edición corregida cambia esto, y se refiere a los Chicanos en tercera persona: ellos). Muestra su voluntad militante; dice: "We, the Chicano intelligentsia, portray ourselves as fighters for equality and justice in a long-standing resistance to external dominating forces, often personified by Anglos (62)."

Hasta hace pocos años atrás, los Latinos no habían logrado ocupar puestos políticos en el gobierno norteamericano. La historia de los Chicanos, como la de los caribeños, es la historia del enfrentamiento traumático con sociedades más poderosas. Encontramos evidencia de este hecho al analizar sus artes populares, que idealizan a bandidos rebeldes como Gregorio Cortez y Joaquín Murieta. Las letras chicanas tienen dos expresiones: la rural y la urbana (a diferencia de la literatura de los caribeños, fundamentalmente urbana). La literatura chicana dramatiza el choque de culturas, entre los Chicanos y los anglos. Stavans nota el auge de su literatura, sobre todo en lengua inglesa, en la última década, con autores como Sandra Cisneros y Ana Castillo, que combinan el realismo mágico con la sátira social en sus novelas (74). 8

Stavans cita el libro de Rodolfo Acuña, Occupied America, 1981, al que considera la "historia oficial" del movimiento chicano (75). Está de acuerdo con Acuña en reconocer a los Chicanos su fuerza combativa, su lucha contra la explotación laboral, creando una conciencia de clase en los trabajadores. Líderes sindicales y militantes como César Chávez, López Tijerina y Rodolfo "Corky" González fueron fundamentales para darle identidad al movimiento chicano. Dado el carácter popular de este movimiento, uno de los aspectos más dinámicos de su expresión artística fue la pintura, inspirada por la obra de los tres grandes muralistas mexicanos de la Revolución: Rivera, Orozco y Siqueiros. También la música ha congregado a los Chicanos. El arte popular chicano ha sido un arte politizado que practica un tipo de "nacionalismo cultural" (87). Los escritores chicanos separan la cultura chicana de la cultura dominante. A partir de la década del setenta se multiplican los libros que estudian el arte chicano; emerge un cine chicano, en el que participa el director Alfonso Arau, que filma The Promised Land y Chicano Power. El dramaturgo y director de cine Luis Valdés organiza el "Teatro campesino", teatro político original, inspirado en las ideas de Bertold Bretch (89). Si hubiera que analizar la "evolución" de la identidad colectiva de los Chicanos, cree Stavans, habría que considerar tres etapas: de 1848 a 1940, de la Segunda Guerra Mundial hasta el movimiento chicano de los sesenta, y de 1970 hasta el presente, en que los Latinos se mueven de la “periferia” al “centro”. Dado que las sociedades hispanas han sido históricamente represivas, el arte hispano se ha consagrado como un arte político, en el que los artistas reaccionaron frente a la oposición, como rebeldes y revolucionarios. Los artistas chicanos son también rebeldes, y se muestran insatisfechos con su situación social.

El capítulo cuarto, “Ghosts” (fantasmas), es uno de los más originales del libro. En este capítulo el autor prescinde momentáneamente de sus estudios históricos literarios, que habían guiado los otros capítulos, y se lanza a una labor interpretativa de verdadero riesgo. ¿Cómo es la psique del Latino?, se pregunta. Su respuesta es un homenaje velado a Octavio Paz: estamos atrapados en un laberinto. Si bien Stavans generaliza y se refiere a todos los Latinos, su experiencia como mejicano condiciona este análisis subjetivo de la sensibilidad hispana. Los Latinos, dice, somos inestables. Nuestros escritores, como Cervantes y Borges, se sienten perdidos y confusos en un mundo caótico, en parte falso, en parte verdadero (94). Nuestra historia es un espejismo y una invención: estamos presos de nuestro origen bastardo. En el mundo hispano cohabitan el catolicismo con las creencias africanas y los mitos aztecas. La estrategia católica era aculturar a los pueblos conquistados. Siempre nos vemos en función del otro, tratamos de traducir nuestra sensibilidad a las necesidades del otro. Cabeza de Vaca es el símbolo del europeo que, una vez en América, perdió control de la situación histórica y fue moldeado por la cultura nativa. Para los Latinos, dice Stavans, la realidad es un gran teatro. El carnaval expresa la sensibilidad hispana. La fiesta latina disuelve los límites sociales y culturales, es una interrupción trascendental de la vida cotidiana. El tiempo latino es lento, mítico, ahistórico. Los Anglos ahorran el tiempo, nosotros lo perdemos. Cuando los españoles llegaron a América se encontraron con culturas nativas que representaban el tiempo como un proceso cíclico, en lugar de lineal. Los españoles iniciaron a los nativos en el tiempo lineal, provocándoles un trauma (102). En el proceso de transculturación las concepciones se superpusieron y se confundieron.

Afirma Stavans que no sólo Estados Unidos es una sociedad racista: en la sociedad hispana hay un racismo del que nadie se atreve a hablar. Estados Unidos es una nación que sufre constantes guerras raciales y culturales. Los Negros y los Hispanos tienen profundos vínculos entre sí: en las luchas de los Negros por su liberación participaron Hispanos, como el caso del puertorriqueño Arthur Alfonso Schomburg, que fundó en New York el Center for Research in Black Culture y era amigo de W. E. B. Du Bois. Las naciones hispanoamericanas, terminadas las guerras de independencia, procuraron deshacerse del indio para “civilizar” sus países: para ellos el indio simbolizaba la vida rural y no europea. El indio resultó impotente frente a los apetitos de los criollos. En el siglo XX el movimiento indigenista procuró devolverle al indio un papel social más digno. El indio fue particularmente marginado en los países andinos, donde se lo trató como a un “fantasma”. Estos países no aceptaron la herencia indígena, y prefieren relacionarse con Europa y Estados Unidos.

Los Latinos rinden culto a la madre y a la Virgen, y censuran la homosexualidad, que es un deseo reprimido. Para el Hispano la apariencia física es fundamental. La familia defiende la virilidad del hombre y la virginidad de la mujer. Los ecos del machismo se encuentran en la educación, la política, la vida erótica, la cocina hispana (110). Lleno de dudas, inseguro, al macho le gusta probarse. La familia nuclear es la base para lograr el éxito: exige lealtad. Para la familia los homosexuales son enfermos. Se acepta la promiscuidad y las relaciones extramatrimoniales. Es una cultura falocéntrica. Los compadres son parte de la familia extendida. La exagerada defensa de la dignidad les impide la intimidad muchas veces. La religión católica promueve indirectamente la intolerancia, la xenofobia y el desdén por las diferencias. Los homosexuales viven en un mundo dual, muchos son escritores y artistas, como Richard Rodríguez y Reinaldo Arenas, y testimonian el doloroso encuentro entre el intelecto y el cuerpo.

Para los Hispanos los muertos están cerca de los vivos. La muerte es vista como una forma de comunión. El dibujante e ilustrador mexicano José Guadalupe Posada consideraba a la muerte algo divertido. Lo pagano e idólatra todavía habita el mundo del Latino, que es un individuo supersticioso. El sincretismo latino muestra que viven en una cultura densa. La conversión de los indígenas al catolicismo fue parcial, porque sobrevive la creencia en lo sobrenatural. La psique colectiva del Latino es un laberinto de pasión y poder, un carnaval de sexo, raza y muerte (121). Stavans duda que Estados Unidos pueda integrar a los Hispanos en su sociedad, a menos que se abra a los matrimonios multirraciales, tal como ocurrió en Hispanoamérica.

En el próximo capítulo, "Sonavabiche o el arte de Cantinflear", discute uno de los puntos fundamentales de la cuestión hispana: la lengua y el bilingüismo. Reconoce que los Hispanos son devotos de su lengua, y que el español, sostenido en parte gracias a los programas de educación bilingüe de las escuelas públicas norteamericanas, es un poderoso elemento de unión entre los Hispanos. No todos mantienen este nivel de lealtad hacia el castellano, eso depende de la generación a la que pertenece la persona. El contacto diario entre el español y el inglés en Estados Unidos transforma el español, y está dando lugar, según el autor, a una nueva lengua, el "Spanglish", con características propias.9

El movimiento para lograr establecer la educación bilingüe en las escuelas públicas de los Estados Unidos se inició en Miami durante los años sesenta. Fueron los emigrados cubanos los primeros que exigieron al gobierno del estado de Florida que enseñara a sus hijos en ambas lenguas: el inglés y el español. El programa se extendió a otros estados durante la década del setenta, particularmente a aquellos con un alto índice demográfico de población hispana, como New Jersey, California y Texas. El gobierno norteamericano forzó a las escuelas a desarrollar programas de educación bilingüe, dándoles a los Hispanos un estatus que ningún otro grupo inmigratorio había tenido antes. El Congreso norteamericano pasó el Bilingual Education Act en 1968, y el Bilingual Voting Rights Amendment en 1975. Esto generó alarma en la población anglosajona, que introdujo en 1981 en represalia el English Language Amendment.

Stavans encuentra similitud entre el proceso que está sufriendo el idioma español en Estados Unidos y el que siguiera el Yidish en la comunidad judía europea. Piensa que el español va a rehacer sus raíces en Estados Unidos. El Yidish es una lengua creada a partir de varias lenguas: el hebreo, el alemán y, en proporción menor, otros idiomas. Antes del Holocausto había once millones de personas que lo hablaban y generó una rica literatura. Basado en esto Stavans cree que el Spanglish es realmente la lengua del futuro. El español, sin embargo, no es una lengua extranjera en Estados Unidos: se ha mantenido en el Sudoeste desde 1848, cuando esa extensa región que pertenecía a México pasó a su poder. No sólo el español es una de las lenguas de Estados Unidos (la Constitución no designa ninguna lengua como "oficial"), sino que su poder político aumenta día a día.

Stavans está a favor de que se siga impartiendo educación bilingüe en las escuelas públicas. La educación bilingüe, considera, es semejante al proceso irreversible de la modernidad, que disloca y desplaza a las culturas y, por ende, genera dislocación psíquica, pero es imposible concebir la

modernidad sin este desplazamiento, sin el proceso de transculturación y traducción que esto implica. Estos cambios sociales exigen un proceso de adaptación, tanto por parte de los inmigrantes como de aquellos que los reciben y conviven con ellos. Stavans está de acuerdo con Pérez-Firmat, quien considera que la cultura cubana es resultado de un largo proceso de traducción y adaptación de la cultura europea a un nuevo ámbito (140).

En el capítulo sexto, "Toward a Self-Definition", llán Stavans vuelve a hacer una pregunta que para muchos lectores norteamericanos puede resultar falaz: ¿hay una identidad Latina? Para responder a esta pregunta, considera, hay que entender cómo los anglos perciben a los Latinos y cómo los Latinos se ven a sí mismos. Esta pregunta sobre la identidad ha preocupado mucho a los pensadores hispanoamericanos. Los Latinos en Estados Unidos buscan su propia identidad, y este proceso de búsqueda debe dividirse en dos etapas: antes y después del movimiento chicano de los años sesenta. Es un proceso lento, y cada escritor habla desde el grupo hispano al que pertenece: Chicano, puertorriqueño, cubano, dominicano, y no se refiere a la totalidad de los Latinos. Entre los escritores que discuten la identidad hispana se notan interpretaciones diferentes, según que los escritores piensen que deben asimilarse a la cultura norteamericana, o ser fieles a la cultura de su país de origen. En todos los casos estos escritores resisten perder su identidad hispana, y así lo testimonian las autobiografías publicadas por Piri Thomas, Ernesto Galarza y Esmeralda Santiago, entre otros. La autobiografía es uno de los géneros favoritos de los inmigrantes, que discuten de esta manera la problemática moral con la que se enfrentan.

En el capítulo siete, “Culture and Democracy”, Stavans analiza la sociedad norteamericana contemporánea y se muestra como un agudo e intuitivo sociólogo. Reconoce que en Estados Unidos los diversos grupos de habitantes se ordenan más por su origen étnico, que por su clase social. Los Hispanos no son los únicos norteamericanos que tienen una identidad compuesta: además de los hispano-norteamericanos, están los asiático-norteamericanos, los afro- norteamericanos, etc. El norteamericano es un pueblo dividido, donde sus ciudadanos están separados entre sí por un abismo. La que fuera considerada tierra de la oportunidad es una sociedad fragmentada, que corre el peligro de transformarse en tierra de la “otredad”.

Los norteamericanos han creado una imagen de los Hispanos como individuos de segunda clase, desorganizados, haraganes, rebeldes, inestables. Los Hispanos también tienen sus propios prejuicios frente a los Anglos: los consideran fríos, ambiciosos, indiferentes. La formación eurocéntrica de los Anglos los lleva a ver a los Hispanoamericanos como vecinos inferiores: España no era considerada parte de la Europa moderna, y sus ex-colonias viven en el atraso. Así los Hispanos de Estados Unidos viven preocupados en satisfacer las necesidades inmediatas del presente, y están traumatizados por un pasado sin resolver. Este proceso de aceptación dura ya más de ciento cincuenta años. Pero una nueva conciencia latina está emergiendo, afirma Stavans (168-9). Lo que más está ayudando a redefinir la cultura hispana no son las protestas sociales, sino la importancia comercial que van asumiendo para los norteamericanos los muchos millones de Latinos que viven en el país, y que cada vez tienen más representatividad como consumidores y más peso político como votantes. La colectividad hispana está entrando en un proceso de “democratización”, viajando de una zona de rebelión y conflicto a otra de libertad civil y respeto. Históricamente los escritores de los países latinoamericanos han defendido la necesidad de modernizar sus sociedades, han luchado por liberalizar sus países y han denunciado las injusticias sociales, a pesar que los gobiernos dictatoriales hicieron lo posible para silenciarlos. La censura impuesta terminó estimulando a los escritores, que promovieron desde la literatura el progreso y la libertad, contribuyendo al debate político. Los Hispanos perciben a sus escritores como voceros de los intereses de las masas. Ven a poetas y novelistas como políticos posibles. Stavans piensa que los Hispanos se crean falsas esperanzas: la política de los escritores, dice, solo sirve para entender sus dilemas personales (172). Después de varias décadas de conflictos políticos en Latinoamérica, entre grupos revolucionarios y gobiernos dictatoriales, el final de la guerra fría a principios de los años noventa derribó la utopía socialista (al menos la imitación del modelo soviético), cuyas ideas habían impulsado a los revolucionarios en toda Latinoamérica a luchar contra las dictaduras, después del triunfo de la revolución cubana de los sesenta. Los gobiernos neo-liberales de los noventa, sin embargo, crearon en la región serios problemas económicos y laborales, aumentando el desplazamiento de los trabajadores de la región a Estados Unidos.

El autor considera que la comunidad hispana carece de espíritu democrático, y que eso se debe a la historia cultural de los Hispanos. La cultura hispana fue hija de la Contrarreforma europea y nunca tuvo una verdadera Ilustración. Los países hispanoamericanos imitaron la letra de las constituciones de Estados Unidos y Francia, pero no asimilaron sus ideas filosóficas fundamentales. Además, los países hispanos carecen de una tradición crítica sólida. No han desarrollado un marco intelectual propio para sus culturas.

Los responsables de difundir la cultura latina en los Estados Unidos son los académicos, y su número se ha multiplicado en las universidades norteamericanas a partir del auge literario de la novela hispanoamericana en los años sesenta: el famoso "Boom". Stavans nota el poco esfuerzo que hacen los académicos por salir de sus ciudadelas amuralladas, los recintos universitarios, y participar en la vida de la comunidad hispana. Si bien los programas de Estudios Chicanos se crearon en las universidades a partir de 1968, no se ha hecho lo suficiente por difundir la cultura de los Latinos. Hace falta el establecimiento de nuevos programas que se enfoquen en ellos. Los estudiantes hispanos están ansiosos por tener un despertar cultural y buscan una nueva identidad latina. Es imprescindible revisar el curriculum y revaluar los objetivos nacionales de la educación en el país. Los escritores hispanos provienen en general de la clase trabajadora, y una vez que pasan por la universidad y se hacen profesionales, deben luchar para permanecer fieles a sus orígenes.

Hasta la década del ochenta los escritores hispanos fueron ignorados en Estados Unidos. La primera literatura surgida en los cincuenta era rural y autobiográfica; luego vino la literatura urbana, testimoniando la vida en los barrios hispanos. Para la literatura fue mucho más difícil abrirse camino que para las artes populares, como por ejemplo la música. Durante los años noventa tuvo un gran éxito la narrativa de los Hispanos que escriben en inglés. Esto se debió en gran medida a que los lectores Anglos se interesaron por saber más de los Hispanos, y los Hispanos del presente son más educados que los del pasado y dominan mejor el inglés literario. La educación promueve la democracia, pero la literatura sólo es buena para las elites cultas que leen, y que están al nivel estético de las obras. La comunidad hispana está mejorando su situación económica, y los estudiantes latinos aprecian leer obras de su comunidad. Hay, potencialmente, un público lector de obras latinas, pero los editores y los escritores necesitan hacer más esfuerzos para llegar a él.

Stavans considera que los Hispanos son capaces de hacer su aporte propio a la cultura norteamericana. Primero, tienen que reescribir su historia dentro de la nación norteamericana y reinventarse como cultura (191). Luego, necesitan extender sus fronteras culturales, abarcar a toda la nación norteamericana» y a las naciones de Latinoamérica, para que Estados Unidos forme con estas últimas un mismo continente cultural.

Stavans concluye el libro con una carta dirigida a su pequeño hijo. Allí hace su contribución autobiográfica a la historia de los Chicanos, y explica su situación personal excepcional en Estados Unidos. Nos habla de las dificultades que enfrentó al llegar al país como estudiante becado desde México en 1985, y de su relación con la vida social mexicana. Reconoce que en México vivía en una isla cultural y que ignoraba lo mexicano. Al venir a Estados Unidos una transformación se operó en él: se volvió Latino, un latino blanco de religión judía. Le confiesa a su hijo que no había entendido el significado de la palabra "raza" hasta llegar a Estados Unidos, ya que México es una sociedad multirracial y sus habitantes no reconocen su propia heterogeneidad mestiza (196). América no es sólo una nación, como consideran implícitamente los norteamericanos al denominar a su país América, sino que es todo un continente, que incluye a Latinoamérica. Stavans se siente identificado con los Estados Unidos, lleva a ese país "en la sangre". Ha encontrado su lugar en esa sociedad, aunque reconoce que siempre va a ser un mexicano que vive en Estados Unidos.

Cree que el multiculturalismo es la respuesta que nos ayudará a vivir en un mundo mejor. Los Latinos han dejado de ser marginales y se volverán protagonistas en la sociedad norteamericana, pero siempre habitarán en un mundo compuesto: Hispano-Norteamericano (199). La lengua española permanecerá en Estados Unidos, y la asimilación nunca va a ser completa. Por lo tanto los Latinos siempre resultarán relativamente extraños en su propia tierra. Stavans acepta que su interpretación es personal y parcial: no pretende representar el punto de vista de todos los Hispanos.

En este libro llán Stavans lleva a un excelente resultado un trabajo intelectual difícil, en el que se puede considerar un pionero: interpretar la condición de los Hispanos en los Estados Unidos. Es una cuestión compleja para observar: los Hispanos no son un grupo homogéneo, y hace falta conceptualizar un ente plural. Stavans se apoya en la rica tradición del ensayo mexicano y latinoamericano. Su formación literaria y humanística, su habilidad para "navegar" en las aguas del pensamiento y del saber académico, le permiten enfocarse en la historia cultural de los Hispanos, y reflexionar con gran habilidad y fuerza persuasiva sobre sus logros y sus limitaciones. Si su discurso no logra siempre encontrar explicaciones claras, es porque se aventura en temas muy complejos, y toca aspectos sociales donde chocan las aspiraciones de grupos humanos con las limitaciones de la economía y la política.

Este libro de ensayo es un importante comienzo, y no dudo que aparecerán otros ensayistas que, partiendo de sus explicaciones, logren echar más luz sobre la cultura y la identidad de los Hispanos en Norteamérica. Stavans trae a la cultura norteamericana la intuición y el estilo irreverente del ensayo hispanoamericano, e interpreta los problemas con originalidad. El ensayista confiesa su adherencia a una causa, porque no puede ni quiere quedarse al margen de la cuestión. Es un tipo de ensayo en el que pulsa la tensión existencial de la temática abordada.

Los ensayistas hispanoamericanos, como Sarmiento, Martí, Rodó y Paz, son nuestros pensadores y nuestros filósofos: a través de ellos Hispanoamérica ha hecho una contribución permanente a la cultura. El trabajo de Stavans se inscribe en esta tradición. Esta es filosofía hecha a la medida de nuestras necesidades, filosofía práctica que busca resolver problemas concretos. Pensamiento fundacional y humanista. Responde a una pregunta básica: ¿quiénes somos? Los Hispanoamericanos nos hemos hecho siempre esta pregunta, desde que el primer europeo puso sus pies en América y el ser nacido del mestizaje de dos continentes observó su propia extrañeza. Hoy, los Hispanos tenemos que reconocernos, otra vez, en América, pero en una América en la que no somos dueños de nuestro destino, hablando una lengua distinta, y esperando de otra cultura reconocimiento y favores. Este ensayo también testimonia esa pérdida, ese fracaso político de las burguesías latinoamericanas que expulsan a sus pobres que, sin educación ni trabajo, salen a buscar en el exilio el pan que les negaron en su propia tierra. Historia moderna de una sociedad global donde los desplazamientos culturales masivos resultan amenazadores, hasta el punto que los Estados Unidos y también los países europeos, erigen invisibles barreras raciales para defenderse de una alteridad que temen.


                                                        Bibliografía citada


Anzaldúa, Gloria. Borderlands/La frontera The New Mestiza. San Francisco: Aunt Lute Books. 2nd. edition, 1999.

Pérez-Firmat, Gustavo. The Cuban Condition: Translation and Identity in Modern Cuban Literature. New York: Cambridge University Press, 1989.

Rodríguez, Richard. Hunger of Memory The Education of Richard Rodriguez An Autobiography. New York: Bantam Books, 1983.

Stavans, llán. The Hispanic Condition Reflections on Culture and Identity in America. New York: Harper Perennial. Primera edición en rústica, 1996.

The Hispanic Condition The Power of a People. New York, New York: Rayo. Segunda edición revisada y actualizada, 2001

Imagining Colombus The Literary Voyage, New York: Twayne Publishers, 1993. The Essential Ilan Stavans. New York: Routleclge, 2000.

"Autobiographical Essay". The Essential Ilan Stavans... 75-88.

"Introduction". Domingo F. Sarmiento, Facundo or, Civilization or Barbarism. New York: Penguin, 1998. VII-XXXII.

West, Cornell. Race Matters. New York: Vintage Books, 1994.


Ensayo aparecido en Alberto Julián Pérez. Imaginación literaria y pensamiento propio. Buenos Aires: Corregidor, 2006. Págs. 130 -153. 


viernes, 3 de marzo de 2023

El viento que arrasa: los caminos de Dios


                                                                                     de Alberto Julián Pérez 


La novela de Selva Almada (Villa Elisa, Entre Ríos, 1973), El viento que arrasa, 2012, introduce en la narrativa del Cono Sur una serie de personajes poco habituales en su literatura. Son seres pueblerinos, que viven en un medio pobre. Es una novela dramática y su trama tiene lugar en solo un día. Sus personajes están envueltos en una lucha agónica alegórica. Buscan despojar al otro de lo que más necesita y valora (Waldegaray 23-27). La fe religiosa se enfrenta a la determinación humana, la búsqueda de trascendencia espiritual a la necesidad de vivir libre de acuerdo a la voluntad natural. El lugar donde ocurre, un sitio inhóspito del Chaco, solitario y desamparado, barrido por el viento, da a sus personajes una fuerza simbólica que trasciende la realidad de sus vidas modestas.

El personaje central en la historia es el pastor Pearson. Como Reverendo de una iglesia protestante, el pastor representa un ámbito religioso de desarrollo relativamente reciente en la vida religiosa argentina: los movimientos evangélicos han tenido gran crecimiento en los últimos años, en particular en las zonas de campaña y en los barrios postergados de las ciudades. El trato personal que dan estos a sus seguidores resulta atractivo para la población más desheredada. Su manera directa de hablar del Cristianismo, su forma mesiánica de referirse a la fe, seduce a muchos. Dado que niegan la existencia de los santos y de la Virgen, su mensaje se reduce al comentario directo de la Biblia, interpretada según la habilidad y el grado de conocimiento del pastor. Estas Iglesias requieren de sus seguidores y sus pastores un aprendizaje simple. No necesitan asistir a ninguna Escuela de Teología para estar en posesión de la palabra divina, ni pasan por un complejo proceso de ordenación como los sacerdotes católicos. Los pastores pueden casarse y participan de la vida familiar de sus seguidores. Esta situación nueva, que compite con la hegemonía religiosa que mantenía el catolicismo en Argentina, llevó a la creación de múltiples iglesias de diversas congregaciones. Las denominaciones “cristianas”, como gustan llamarse, a diferencia del catolicismo, no se congregan en una sola Iglesia. Existen diversas tendencias protestantes, que operan con relativa autonomía y libertad (Bastian 128-145).

El héroe de la novela de Almada, el Reverendo Pearson, es uno de esos pastores nacidos de estos movimientos nuevos. Está absolutamente convencido de su fe. Es un gran orador. En la iglesia cristiana, el pastor improvisa discursos religiosos, basados en el Nuevo y el Viejo Testamento. Dirige su discurso a su audiencia en forma directa, sin mediaciones. Esto le permite desarrollar todas sus dotes persuasivas, presentar argumentos y situaciones dramáticas para conmover a su auditorio. El protestantismo posee un trasfondo mesiánico. Los pastores más reputados logran reunir gran número de seguidores.

El momento clave en la vida de un pastor es el momento de su conversión y su entrada en la religión. El Reverendo Pearson recuerda muy bien ese episodio. Él era un niño, vivía con su madre en Paraná, y esta, un día, intempestivamente, lo tomó de su mano y prácticamente lo arrastró hasta la orilla del río. Allí se había reunido un grupo de seguidores de un pastor carismático. Su madre se puso al frente del grupo y empujó al niño hacia el hombre. Este lo tomó en sus brazos y lo introdujo en las aguas oscuras del Paraná. Ese fue su bautismo y allí comenzó su nueva vida. Ese momento había determinado su futuro, su destino. De allí en más se entregó a Cristo y dejó que él decidiera su camino (Almada 66-7)

La autora presenta progresivamente a lo largo de la novela los episodios más destacados de la vida de cada uno de los personajes. Poco a poco, en escenas retrospectivas, muestra los acontecimientos determinantes de sus vidas. Cada ser humano encierra una historia. Almada teje con ellas una especie de tapiz, que revela el carácter, la manera de sentir y de pensar de la gente del interior en la zona litoral argentina. Todos ellos resultan sobredeterminados por las circunstancias y el azar.

La autora da a los sucesos que ocurren un sentido trágico (Flisek 225-28). El lector siente que los hechos que narra van a desembocar en algo definitivo e irrevocable. Introduce en la novela la idea de la presencia y la voluntad divina. Dios se manifiesta como “un viento que arrasa”. El ser humano no puede detenerlo. El Reverendo se siente representante de Cristo. Es un hombre con una misión en la tierra. Lo que ocurre al final barre con todas las certidumbres e implica para el Tapioca una nueva vida y una nueva historia.

El personaje antagónico al Reverendo es el mecánico Brauel. Almada presenta el teatro de los hechos divididos en dos campos, el del Reverendo Pearson, junto a su hija Lena, y el del Gringo Bauer, con su ahijado el Tapioca. Cada campo replica en poder y autoridad al otro. Hay un equilibrio de fuerzas.

Brauel, el mecánico, es un hombre solitario, que no se casó nunca y vive con su ahijado adolescente de 16 años. Su madre, con quien había tenido un encuentro amoroso hacía muchos años y no había vuelto a ver, se lo trajo a su taller un día cuando el niño tenía 8 años y se lo dejó. El Gringo, como le dicen, no lo mandó a la escuela: se ocupó él de educarlo según sus ideas simples, que se ajustaban a lo que él consideraba la realidad. No era creyente. Aceptaba el orden natural. La vida era como era. No había trascendencia.

El muchacho se llamaba José, pero le decían el Tapioca. Para el Reverendo Pearson, el Tapioca tiene algo especial: se siente reflejado en el muchacho. Hacía muchos años él también había sido un pequeño, a quien pusieron frente a un pastor carismático. Su madre lo llevó a orillas del Paraná para que lo bautizaran en sus aguas barrosas. Eso inició una nueva vida para el niño y determinó el destino del adolescente y el del hombre. De la mano del pastor entró en los misterios de la religión, aprendió a entregarse a Dios. Se hizo incondicional de él, puso su vida a su disposición. Ahora es el Reverendo Pearson, un hombre respetado, que recorre los caminos y va de pueblo en pueblo, reuniéndose con los fieles y llevando la palabra de Dios. Está totalmente convencido de la trascendencia de su misión. Creyó que el Tapioca poseía, como la había tenido él, esa inocencia que necesitaba un ser humano para entregarse y unirse a Cristo. Sintió que con el muchacho podía repetir la historia que le había ocurrido en su niñez con aquel pastor que lo llevó a Dios y lo hizo quien era. Vio en él al discípulo.

El Tapioca es un adolescente susceptible y curioso. No sabe bien quién fue su padre. El Gringo tampoco está convencido de que haya sido él. Quizá la mujer, con quien tuvo una aventura, le mintió para sacarse al chico de encima. En la soledad en la que viven, el Gringo es el único que puede protegerlo. Lo crio como a un hijo, le enseñó todo lo que él sabía y el chico trabajaba a su lado en el taller.

El Gringo había tenido una vida solitaria y difícil. De joven vivió con sus padres y los ayudó en el bar que poseían. Era hijo único. Luego se fue de su casa y se entregó a una existencia desordenada, hasta que un buen día decidió abrir el taller, allí, en medio de la nada.

Todos los seres que presenta la novela se acomodan a la desolación del paisaje: hay en ellos carencias profundas. Todos han sufrido algún tipo de abandono y pérdida. El Reverendo Pearson nunca conoció a su padre, un norteamericano que tuvo una breve relación sentimental con su madre, se fue antes que él naciera y jamás regresó.

La soledad del paisaje amplifica el carácter trágico de las escenas. No se trata siquiera de un pueblo. Todo ocurre en una estación de servicio perdida en el camino. Consta del surtidor, de un galpón, donde el Gringo trabaja, y una vivienda precaria de un solo cuarto, donde vive con el Tapioca. La acción tiene lugar en una zona seca y desierta del Chaco. La alta temperatura los agota, sienten fatiga y desazón, que el Gringo combate bebiendo cerveza. El mismo Reverendo, que no tomaba alcohol, termina aceptando beber con él.

Leni, la hija del Reverendo que viaja con su padre, tiene la misma edad que el Tapioca. Leni también fue separada abruptamente de su madre. Cuando era una niña sus padres tenían conflictos, se peleaban, discutían. Un día, al cabo de una discusión, su padre la subió en su auto y se fue con ella. Su madre se quedó en el camino mirando el auto que se alejaba. No volvió a verla. Los personajes toman decisiones inapelables.

Leni viaja con su padre de pueblo en pueblo, viviendo en hoteles precarios. A pesar de las dificultades hay gran cariño y afecto entre ellos. El Reverendo tiene debilidad por su hija, a la que él crio. La adolescente está en una etapa conflictiva, se rebela contra él, le discute, ironiza, se burla del padre muchas veces. Leni y el Tapioca acompañan la acción de la trama a su manera, no son individuos independientes, tienen que someterse a la voluntad de los mayores.

El Tapioca admira a Leni: ella es seductora y su imaginación sorprende al chico.Cuando el Reverendo le dice al Tapioca que todos podemos entrar al Reino de los Cielos, ella ayuda a su padre a convencerlo. Le describe al muchacho lo que ella sabía, porque su padre se lo había contado. Le dice que la esposa del Cordero se le presentó y la condujo en espíritu a una montaña y le mostró la ciudad de Jerusalén, que estaba hecha de oro y la rodeaba una muralla “construida con jaspe” (Almada 31). Cuando termina la explicación le dice burlonamente al chico que su relato es “metafórico”, sabiendo que no conocía esa palabra. Los adolescentes conversan con interés y Leni le hace escuchar música al Tapioca con su radio portátil.

El diálogo es una parte esencial en esta novela dramática. A través del diálogo los personajes se acercan y también se enfrentan. Las escenas dialogadas son un espacio de lucha. Al final de la obra los dos adultos se exasperan, se agreden y, ya borrachos, terminan peleándose a golpes de puño. La autora transcribe numerosas escenas entre ellos y los jóvenes. También son dialogadas muchas de las escenas del pasado de los personajes. En esos diálogos no solo es importante lo que se dicen, sino cómo lo expresan. Los diálogos revelan el carácter de los personajes.

Leni es una adolescente femenina y tierna, muestra gran afecto hacia todos, en particular hacia su padre. Su vida es difícil, le exige tolerancia y paciencia. El Reverendo se propone salvar a todos, es un individuo obsesivo y siente que su misión es necesaria e impostergable. Trata de pasar por encima de todo obstáculo que pueda desviarlo de su camino: él es el viento que arrasa. Está totalmente convencido de lo que hace.

Brauer es un hombre lleno de temores. Por eso ha vivido solo. Se encierra en sí mismo y le cuesta comunicarse. Es agresivo con los demás. Lo único bueno que ha hecho en la vida es criar al Tapioca. Actúa con él como si fuera su padre y muestra que lo quiere al muchacho. Cuando ve que el Reverendo se interesa en el chico y trata de llevárselo, Brauer se pone celoso. Sus celos y la obstinación del Reverendo conducen a la violencia. Brauer no puede entender que alguien actúe siguiendo lo que cree son los mandatos de Dios. Para él su único Dios es la naturaleza. Actúa siguiendo sus impulsos.

El Gringo y el Tapioca son personajes del mundo proletario, bajo. Al Reverendo lo educó aparentemente, a su modo, el pastor que lo tomó como su protegido. Él se encarga de educar a su hija. Ninguno ha tenido una educación pequeñoburguesa, escolar, universitaria. Bauer casi no ha ido a la escuela y no considera la educación algo necesario. A pesar de su origen modesto, la situación dramática los eleva y los ennoblece. Este es un rasgo destacable en la literatura de Almada: su interés en el mundo del interior pobre. La literatura Argentina es mayormente urbana, pequeñoburguesa. Sus escritores muestran casi siempre sus prejuicios de clase, sus obsesiones ideológicas. Prefieren los personajes cultos, articulados. Almada trabaja con personajes limitados, acorralados por circunstancias adversas, y los trata a todos como a seres importantes: indaga en su mundo emocional, psíquico.

Sus personajes son individuos que padecen, y la autora trata que el lector se acerque a ellos, se identifique y haga su catarsis. Su lucha constante y su determinación los eleva. Esa lucha, muchas veces agónica, comunica a la historia un sentido vital. La situación conflictiva a la que se enfrentan les permite mostrar su temple superior. Son héroes.

El Reverendo se propone dominar a las fuerzas de la naturaleza. Es Dios quien tiene que regir al mundo, cree él. El ser humano no puede ser su propio amo. En la medida que nos pongamos bajo el mandato divino, podremos salvarnos. En la novela todos los personajes obedecen a una fuerza que consideran poderosa, sea Dios o la naturaleza. Es una sociedad diferenciada, de jóvenes y de hombres adultos. No son personas letradas, pero saben lo suficiente sobre sí mismos. Aprenden sobre todo de sus experiencias.

En la novela se enfrentan dos fuerzas antagónicas y una se va a imponer sobre la otra. Bauer y el Reverendo luchan por el Tapioca. El pastor lo quiere para entregárselo a su dios. Para Bauer, el Tapioca es como su hijo, gracias a él se ha sentido padre y a podido dar lo mejor de sí a otra persona. Esa relación tiene un enorme valor para él. La partida del Tapioca significaría para el Gringo la soledad absoluta. No tendría a nadie cerca suyo en la vejez que se avecinaba.

La relación con Dios le había permitido al Reverendo insertarse en el mundo, tener un destino, ser un hombre importante en su Iglesia, y él se propone formar al Tapioca. Probablemente con el tiempo pueda ser pastor y tener su propia iglesia. Así lo había hecho Zack, el hombre rudo y peleador a quien el Reverendo había ayudado e iban a visitar con su hija, precisamente cuando se averió el auto.

A pesar de lo difícil de las circunstancias, el mundo de la novela está preñado de destino. El presentimiento del futuro le da densidad al drama. El Reverendo se propone salvar un alma. Su objetivo es trascendente, necesita el apoyo divino.

Los personajes sufren carencias. La ausencia de la mujer ha dejado un vacío en sus vidas. Bauer no quiso casarse para no tener familia y depender de ella. Prefiere vivir solo. El Reverendo literalmente echó a su esposa de su lado, la abandonó, y se fue con su hija, presumiblemente por razones morales. Leni sufre la ausencia de su madre. El Tapioca crece sin una madre que lo proteja. El Reverendo tiene que hacer de madre y padre de su hija.

La mujer aparece desplazada y cuestionada. La trilogía divina del matrimonio está alterada. La familia monogámica es puesta a prueba. Son seres sin mujer y sin madre. La autora presenta la situación de manera patética: esta carencia implica un sufrimiento constante para los personajes. Bauer vive aislado en un medio rústico y carenciado, prácticamente una tapera, en la que hay muy poco. El Reverendo viaja de pueblo en pueblo con su hija y vive en hoteles modestos. Su vida nómade no conoce sosiego. El medio hostil e inestable en que viven refleja su mundo interior atormentado.

La simpleza de la narración de Almada renueva en el lector el placer de leer. Su discurso es claro, directo, explicativo. Uno de los aciertos mayores de la novela es el nivel de habla de los personajes. La autora no cae en el discurso intelectual. La narración guarda un registro acorde con la capacidad de expresión de cada uno (Sarlo 201-6). La narradora instruye al lector recurriendo a escenas de reminiscencia de situaciones anteriores, hechos significativos del pasado: la vida familiar, la niñez de cada uno de ellos, la relación con sus padres.

La literatura de Almada es una literatura de mujer, una literatura familiar, sin ser necesariamente literatura de género. Casi todos los personajes son hombres, pero la mirada de la mujer está siempre presente, a través de las observaciones de la narradora, y de la percepción de los personajes, para el que las mujeres juegan o han jugado un papel muy importante. Es en relación a ellas que experimentan carencias: soledad, falta de ternura, falta de referente y protección. Para Almada el hombre es el otro, al que observa con interés y simpatía. A pesar de la brusquedad de las relaciones, los vínculos son lo más importante para los personajes. El no haber sabido sobrellevarlos, los condena al abandono.

Paralelamente a las historias que el narrador cuenta de cada uno de los personajes y a las escenas en que los mismos participan, incluye en varias partes de la novela un discurso oracular paralelo. Es el sermón del gran orador, el Reverendo Pearson. En esos discursos el Reverendo nos deja saber lo que piensa de la sociedad en la que vive. Aconseja a sus seguidores que desconfíen de las palabras del patrón y del político. Solo deben escuchar las palabras de Dios, que es el padre de todos. El resto son palabras vacías,“palabras que se lleva el viento”(55). Les pide que hablen con el corazón. En él último discurso, antes del desenlace de la obra, el pastor les anuncia que ese “es el momento de cambiar sus vidas para siempre” y les dice que nunca van a estar solos “si tienen a Cristo en su corazón” (109). Les asegura que juntos van a cambiar el mundo. El Reverendo está convencido de esto, por eso viaja por los pueblos abandonados dando la buena nueva: “Juntos vamos a hacer de la tierra un sitio más justo donde los últimos serán los primeros”, dice (110). Ve al final del camino una sociedad capaz de crear un sentido de justicia alrededor de ellos. Depende del trabajo conjunto y de la comunidad el lograrlo. Dios viene para mejorar el mundo.

Almada cierra la novela con un mensaje de esperanza. El Gringo finalmente acepta que su hijo putativo se vaya con el Reverendo. Un nuevo futuro se abre para él. El “viento que arrasa” la vida de los personajes trae un mensaje de salvación.

El mundo proletario del interior que propone Selva Almada es un mundo lleno de vida. En esos pequeños pueblos, que la gente de las ciudades ignora, pasa de todo, hay materia para tragedias y para novelas. Ausente de su obra está la mirada irónica o burlesca del narrador costumbrista. Almada trata con dignidad a sus personajes, los eleva. Ve en ellos sus posibilidades heroicas. El ser humano es necesariamente trágico porque debe enfrentarse a su destino.

Solo una fuerza superior puede cambiar el orden de las cosas. Esa fuerza llega en la trama de la novela con el personaje del Reverendo. Es la fuerza de Dios, “el viento que arrasa”, que limpia, purifica, renueva y regenera. La vida de estos seres no concluye con los sucesos finales, sino que vuelve a empezar. La novela termina con un nuevo comienzo.


Bibliografía citada


Almada, Selva. El viento que arrasa. Buenos Aires: Random House, 2021. Primera edición 2012. Bastian, Jean-Pierre. La mutación religiosa en América Latina Para una sociología del cambio social

en la modernidad periférica. México: Fondo de Cultura Económica, 2012.

Flisek, Agnieszka. “La vida de lo no-vivido: la experiencia de la contemporaneidad en El viento

que arrasa de Selva Almada”. H. González Fernández, A. Calderón Puerta, D. Jarzombkowska, K. Moszczynska-Dürst, Editoras. Genealogías afectivas en la literatura latinoamericana del siglo XXI. Sevilla: Padilla Libros, 2021: 225-243.

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Alberto Julián Pérez, "El viento que arrasa: los caminos de Dios", publicado en Revista Renacentista, marzo 2023. Online.