de Alberto Julián Pérez
Culpables o inocentes, llevamos en la sangre
antiguos enemigos que buscan perdonarse;
las mujeres y hombres de estos tiempos nuevos
vivir quieren hermanados en la tierra sagrada.
Pero el hambre lastima, el tigre no perdona,
los débiles cachorros demandan su alimento,
y el pobre esclavo aquel, exiliado en su tierra,
guarda su odio vivo para el día del juicio.
Del Paraná desciende, indígena y labriego,
en su canoa de barro, con su dolor de mártir.
Agotados de esfuerzo, de incomprensión heridos,
nos piden su venganza nuestros antepasados.
Son espectros danzantes, figuras desaladas
que fingen que son alguien, pero que ya no existen,
y pueblan nuestros sueños y enhebran nuestros días
con minutos sangrantes de recuerdos prohibidos.
Reales o ilusorios, viven en nuestras penas
búsquedas dolorosas de placeres difuntos;
qué hermosa fue la vida si alguna vez fue plena,
qué sabor que nos deja en la boca y el alma.
Nostalgias de eternidades que llevamos presentes
en nuestros corazones empapados de sueños;
la sangre que circula, universal, anhelante,
nos conduce dichosa al mundo de los muertos.
¡Ah río de la sangre, hermano del Cordero!
Publicado en Revista Renacentista. Diciembre 2021. Web.
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